UN CURSO DE MILAGROS, PRIMERA PARTE Lección 199

NO SOY UN CUERPO. SOY LIBRE.
1. No podrás ser libre mientras te percibas a ti mismo como un cuerpo. El cuerpo es un límite. El que busca su libertad en un cuerpo la busca donde ésta no se puede hallar. La mente puede ser liberada cuando deja de verse a sí misma como que está dentro de un cuerpo, firmemente atada a él y amparada por su presencia. Si esto fuera cierto la mente sería en verdad vulnerable.
2. La mente que está al servicio del Espíritu Santo es ilimitada para siempre y desde cualquier punto de vista, transciende las leyes del tiempo y del espacio; está libre de ideas preconcebidas y dispone de la fortaleza y del poder, necesarios para hacer cualquier cosa que se le pida. Los pensamientos de ataque no pueden entrar en una mente así, toda vez que ha sido entregada a la Fuente del amor, y el miedo no puede infiltrarse en una mente que se ha unido al amor. Dicha mente descansa en Dios. ¿Y quién que viva en la Inocencia sin hacer otra cosa que amar podría tener miedo?
3. Es esencial para tu progreso en este curso que aceptes la idea de hoy y que la tengas en gran estima. No te preocupes si al ego le parece completamente descabellada. El ego tiene en gran estima al cuerpo porque mora en él, y no puede sino vivir unido al hogar que ha construido. Es una de las partes de la ilusión que ha ayudado a mantener oculto el hecho de que él mismo es algo ilusorio.
4. Ahí se esconde y ahí se le puede ver como lo que es. Declara tu inocencia y te liberas. El cuerpo desaparece al no tener tú ninguna necesidad de él, excepto la que el Espíritu Santo ve en él. A tal fin, el cuerpo se percibirá como una forma útil para lo que la mente tiene que hacer. De este modo se convierte en un vehículo de ayuda para que el perdón se extienda hasta la meta todo-abarcadora que debe alcanzar, de acuerdo con el plan de Dios.
5. Ten en gran estima la idea de hoy, y ponla en práctica hoy y cada día. Haz que pase a formar parte de cada sesión de práctica que lleves a cabo. No hay pensamiento cuyo poder de ayudar no aumente con esta idea, ni ninguno que de esta manera no adquiera regalos adicionales para ti. Con esta idea hacemos resonar la llamada a la liberación del mundo. ¿Y estarías acaso tú excluido de los regalos que haces?
6. El Espíritu Santo es el hogar de las mentes que buscan la libertad. En Él han encontrado lo que buscaban. El propósito del cuerpo deja de ser ahora ambiguo. Y su capacidad de servir un objetivo indiviso se vuelve prefecta. Y en respuesta libre de conflicto e inequívoca a la mente que sólo tiene como objetivo el pensamiento de libertad, el cuerpo sirve su propósito y lo sirve perfectamente. Al no poder esclavizar se vuelve un digno servidor de la libertad que la mente que mora en el Espíritu Santo persigue.
7. Sé libre hoy. Y da el regalo de libertad a todos aquellos que creen estar esclavizados en el interior de un cuerpo. Sé libre, de modo que el Espíritu Santo se pueda valer de tu liberación de la esclavitud y poner en libertad a los muchos que se perciben a sí mismos encadenados, indefensos y atemorizados. Permite que el amor reemplace Aquel que te exhorta a que le hagas este regalo. Pues Él quiere darte perfecta libertad, perfecta dicha, así como una esperanza que alcanza su realización en Dios.
8. Tú eres el Hijo de Dios. Vives en la inmortalidad para siempre. ¿no te gustaría retornar tu mente a esto? Practica entonces debidamente el pensamiento que el Espíritu Santo te da para el día de hoy. En él tus hermanos y tú os alzáis liberados; el mundo es bendecido junto contigo; el Hijo de Dios no volverá a llorar y el Cielo te da las gracias por el aumento de gozo que tu práctica le proporciona incluso a él. Dios Mismo extiende Su amor y felicidad cada vez que dices:
No soy un cuerpo. Soy libre. Oigo la Voz que Dios
me ha dado, y es sólo esa Voz la que mi mente obedece.

El Fragmento extraído del libro, UN CURSO DE MILAGROS

PRIMERA PARTE
Lección 199

UN CURSO DE MILAGROS, PRIMERA PARTE Lección 198

SÓLO MI PROPIA CONDENACIÓN ME HACE DAÑO

1. El daño es imposible. Y, sin embargo. Las ilusiones forjan más ilusiones. Si puedes condenar, se te puede hacer daño. Pues has creído que puedes hacer daño, y el derecho que te prescribes puede ahora usarse contra ti, hasta que renuncies a él por ser por ser algo sin valor, indeseable e irreal. La ilusión dejará entonces de tener efectos, y aquellos que parecía tener quedarán anulados. Entonces serás libre, pues la libertad es tu regalo, y ahora puedes recibir el regalo que has dado.
2. Condena y te vuelves un prisionero. Perdona y te liberas. Ésta es la ley que rige a la percepción. No es una ley que el conocimiento entienda, pues la libertad es parte del conocimiento. Por lo tanto, condenar es en realidad imposible. Lo que parecen ser sus influencia y sus efectos jamás tuvieron lugar en absoluto. No obstante, tenemos que lidiar con ellos por un tiempo como si en realidad hubieran tenido lugar. Las ilusiones forjan más ilusiones. Excepto una. Pues el perdón es la ilusión que constituye la respuesta a todas las demás ilusiones.
3. El perdón desvanece todos los demás sueños, y aunque en sí es un sueño, no da lugar a más sueños. Todas las ilusiones, salvo ésta, no pueden sino multiplicarse de mil en mil. Pero con ésta, a todas las demás les llega su fin. El perdón representa el fin de todos los sueños, ya que es el sueño del despertar. No es en sí la verdad. No obstante, apunta hacia donde ella se encuentra, y provee dirección con la certeza de Dios Mismo. Es un sueño en el que el Hijo de Dios despierta a su Ser y a su Padre, sabiendo que ambos son uno.
4. El perdón es el único camino que te lleva más allá del desastre, del sufrimiento y, finalmente, de la muerte. ¿Cómo podría haber otro camino cuando éste es el plan de Dios. ¿Y porque combatirlo, oponerse a él, hallarle mil faltas y buscar mil otras alternativas?
5. ¿No será más sabio alegrarte de tener en tus manos la respuesta a tus problemas? ¿No sería más inteligente darle gracias a Aquel que te ofrece la salvación y aceptar Su regalo con gratitud? ¿Y no sería muestra de bondad para contigo mismo oír Su Voz y aprender las sencillas lecciones que Él desea enseñarle en lugar de tratar de ignorar Sus palabras y tratar de substituirlas por las tuyas?
6. Sus palabras darán resultado. Sus palabras salvarán. En Sus palabras yace toda la esperanza, bendición y dicha que jamás se pueda encontrar en esta tierra. Sus palabras proceden de Dios, y te llegan con el amor del Cielo impresas en ellas. Los que oyen Sus palabras han oído el himno del Cielo. Pues éstas son las palabras en las que todas las demás por fin se funden en una sola. Y al desaparecer ésta, la Palabra de Dios viene a ocupar su lugar, pues entonces será recordada y amada.
7. En este mundo parece haber diversos escondrijos donde la piedad no tiene sentido y el ataque parece estar justificado. Mas todos son uno: un lugar donde la muerte es la ofrenda que se le hace al Hijo de Dios así como a su Padre. Tal vez pienses que ellos la han aceptado. Mas si miras de nuevo allí donde antes contemplaste Su sangre, percibirás en su lugar un milagro. ¡Qué absurdo creer que ellos podían morir! ¡Qué absurdo creer que podías atacar! ¡Qué locura pensar que podías ser condenado y que el santo Hijo de Dios podía morir!
8. La quietud de tu Ser permanece impasible y no se ve afectada por semejantes pensamientos ni se percata de ninguna condenación que pudiera requerir perdón. Pues los sueños, sea cual fuese su clase, son algo ajeno y extraño a la verdad. ¿Y qué otra cosa, sino la verdad, podría contener un Pensamiento que edifica un puente hasta ella misma para transportar las ilusiones al otro lado?
9. Nuestras prácticas de hoy consisten en dejar que la libertad venga a establecer su morada en ti. La verdad deposita estas palabras en tu mente, para que puedas encontrar la llave de la luz y permitir que la obscuridad llegue a su fin: “Sólo mi propia condenación me hace daño. Sólo mi propio perdón me puede liberar.” No olvides hoy que toda forma de sufrimiento oculta algún pensamiento que niega el perdón. Y que el perdón puede sanar toda forma de dolor.
10. Acepta la única ilusión que proclama que en el Hijo de dios no hay condenación, y el Cielo será recordado instantáneamente, el mundo quedará olvidado y todas sus absurdas creencias quedarán olvidadas junto con él, conforme la faz de Cristo aparezca por fin sin velo alguno en este sueño de perdón. Éste es el regalo que el Espíritu Santo te ofrece de parte de Dios tu Padre. Deja que el día de hoy sea celebrado tanto en la tierra como en tu santo hogar. Sé benévolo con ambos, al perdonar las ofensas de las que pensaste que eran culpables, y ve tu inocencia irradiando sobre ti desde la faz de Cristo.
11. Ahora el silencio se extiende por todo el mundo. Ahora hay quietud donde antes había una frenética avalancha de pensamientos sin sentido. Ahora hay una serena luz en la faz de la tierra, que reposa tranquila en un dormir desprovisto de sueños. Y ahora lo único que queda en ella es la Palabra de Dios. Sólo eso puede percibirse por un instante más. Luego, los símbolos pasarán al olvido, y todo lo que jamás creíste haber hecho desaparecerá por completo de la mente que Dios reconoce para siempre como Su único Hijo.
12. En él no hay condenación. Es perfecto en su santidad. No necesita pensamientos de misericordia. ¿Qué regalos se le pueden hacer cuando todo es suyo? ¿A quién podría ocurrírsele ofrecer perdón al Hijo de la Impecabilidad Misma, tan semejante a Aquel de Quien es Hijo, que contemplar al Hijo significa dejar de percibir y únicamente conocer al Padre? En esta visión del Hijo, tan fugaz que ni siquiera un instante media entre este singular panorama y la intemporalidad misma, contemplas la visión de ti mismo, y luego desapareces para siempre en Dios.
13. Hoy nos aproximamos todavía más al final de todo lo que aún pretende interponerse entre esta visión y nuestra vista. Nos sentimos dichosos de haber llegado tan lejos, y reconocemos que Aquel que nos trajo hasta aquí, no nos abandonará ahora. Pues nos quiere dar hoy el regalo que Dios nos ha dado a través de Él. Éste es el momento de tu liberación. Ha llegado el momento. Ha llegado hoy.

El Fragmento extraído del libro, UN CURSO DE MILAGROS

PRIMERA PARTE
Lección 198

UN CURSO DE MILAGROS, PRIMERA PARTE Lección 197

NO PUEDE SER SINO MI PROPIA GRATITUD LA QUE ME GANO.

1. He aquí el segundo paso que damos en el proceso de liberar a tu mente de la creencia en una fuerza externa enfrentada a la tuya. Tratas de ser amable y de perdonar. Pero si no recibes muestras de gratitud procedentes del exterior y las debidas gracias, tus intenciones se convierten de nuevo en ataques. Aquel que recibe tus regalos los tiene que recibir con honor, o de lo contrario, se los quitas. Y así, consideras que los dones de Dios son, en el mejor de los casos, préstamos; y en el peor, engaños que te roban tus defensas para garantizar que cuando Él dé Su golpe de gracia, éste sea mortal.
2. ¡Cuán fácilmente confunden a Dios con la culpabilidad los que no saben lo que sus pensamientos pueden hacer! Niega tu fortaleza, y la debilidad se vuelve la salvación para ti. Considérate cautivo, y los barrotes se vuelven tu hogar. Y no abandonarás la prisión, ni reivindicarás tu fortaleza mientras creas que la culpabilidad y la salvación son la misma cosa, y no percibas que la libertad y la salvación son una, con la fortaleza a su lado, para que la busques y la reivindiques, y para que sean halladas y reconocidas plenamente.
3. El mundo no puede sino darte las gracias cuando lo liberas de tus ilusiones. Mas tú debes darte la gracias a ti mismo también, pues la liberación del mundo es sólo el reflejo de la tuya propia. Tu gratitud es todo lo que requieren tus regalos para que se conviertan en la ofrenda duradera de un corazón agradecido, liberado del infierno para siempre. ¿Es esto lo que quieres impedir cuando decides reclamar los regalos que diste porque no fueron honrados? Eres tú quien debes honrarlos y dar las debidas gracias, pues eres tú quien ha recibido los regalos.
4. ¿Qué importa si otro piensa que tus regalos no tienen ningún valor? Hay una parte en su mente que se une a la tuya para darte las gracias. ¿Qué importan si tus regalos parecen haber sido un desperdicio y no haber servido de nada? Se reciben allí donde ese dan. Mediante tu agradecimiento se aceptan universalmente, y el Propio Corazón de Dios los reconoce con gratitud. ¿Se los quitarás cuando Él los ha aceptado con tanto agradecimiento?
5. Dios bendice cada regalo que le haces, y todo regalo se le hace a Él porque sólo te los puedes hacer a ti mismo. Y lo que le pertenece a Dios no puede sino se Suyo. Pero mientras perdones sólo para volver a atacar, jamás te darás cuenta de que Sus regalos son seguros, eternos, inalterables e ilimitados; de que dan perpetuamente, de que extienden amor y de que incrementan, tu interminable júbilo.
6. Retira los regalos que has hecho y pensarás que lo que se te ha dado a ti se te ha quitado. Mas si aprendes a dejar que el perdón desvanezca los pecados que crees ver fuera de ti, jamás podrás pensar que los regalos de Dios son sólo préstamos a corto plazo que Él te arrebatará de nuevo a la hora de tu muerte. Pues la muerte no tendrá entonces ningún significado para ti.
7. Y con el fin de esta creencia, el miedo se acabará también para siempre. Dale gracias a tu Ser por esto, pues Él sólo le está agradecido a Dios, y se da la gracias a Sí Mismo por ti. Cristo aún habrá de venir a todo aquel que vive, pues no hay nadie que no viva y que no se mueva en Él. Su Ser descansa seguro en Su Padre porque la Voluntad de Ambos es una. La gratitud que ambos sienten por todo lo que han creado es infinita, pues la gratitud sigue siendo parte del amor.
8. Gracias te sean dadas a ti, el santo Hijo de Dios. Pues tal como fuiste creado, albergas dentro de tu Ser, todas las cosas. Y aún eres como Dios te creó. No puedes atenuar la luz de tu perfección. En tu corazón se encuentra el Corazón de Dios Mismo. Él te aprecia porque tú eres Él. Eres digno de toda gratitud por razón de lo que eres.
9. Da gracias según las recibes. No abrigues ningún sentimiento de ingratitud hacia nadie que complete tu Ser. Y nadie está excluido de ese Ser. Da gracias por tan incontables canales que extienden ese Ser. Todo lo que haces se le da a Él. Lo único que piensas son Sus Pensamientos, ya que compartes con Él los santos Pensamientos de Dios. Gánate ahora la gratitud que te negaste al olvidar la función que Dios te dio. Pero nunca pienses que Él ha dejado de darte a ti.

El Fragmento extraído del libro, UN CURSO DE MILAGROS

PRIMERA PARTE
Lección 197

UN CURSO DE MILAGROS, PRIMERA PARTE Lección 196

ES ÚNICAMENTE A MÍ MISMO A QUIEN CRUCIFICO

1. Cuando realmente hayas entendido esto, y lo mantengas en tu conciencia, ya no intentarás hacerte daño ni hacer de tu cuerpo un esclavo de la venganza. No te atacarás a ti mismo, y te darás cuenta de que atacar a otro es atacarte a ti mismo. Te liberarás de la demente creencia de que atacando a tu hermano te salvas tú. Y comprenderás que su seguridad es la tuya, y que al sanar él, tú quedas sanado.
2. Tal vez no entiendas en un principio cómo es posible que la misericordia, que es ilimitada y envuelve todas las cosas en su segura protección, pueda hallarse en la idea que hoy practicamos. De hecho, esta idea puede parecerte como una señal de que es imposible eludir el castigo, ya que el ego, ante lo que considera una amenaza, no vacila en citar la verdad para salvaguardar sus mentiras. En incapaz, no obstante, de entender la verdad que usa de tal manera. Mas tú puedes aprender a detectar estas necias maniobras y negar el significado que parecen tener.
3. De esta manera le enseñas también a tu mente que no eres un ego. Pues las formas con las que el ego procura distorsionar la verdad ya no te seguirán engañando. No creerás que eres un cuerpo que tiene que ser crucificado. Y verá en la idea de hoy la luz de la resurrección, refulgiendo más allá de todos los pensamientos de crucifixión y muerte hasta los de liberación y vida.
4. La idea de hoy es un paso que nos conduce desde el cautiverio al estado de perfecta libertad. Demos este paso hoy, para poder recorrer rápidamente el camino que nos muestra la salvación, dando cada paso en la secuencia señalada, a medida que la mente se va desprendiendo de sus lastres uno por uno. No necesitamos tiempo para esto, sino únicamente estar dispuestos. Pues lo que parece requerir cientos de años puede lograrse fácilmente—por la gracia de Dios—en un solo instante.
5. El pensamiento desesperante y deprimente de que puedes atacar a otros sin que ello te afecte te ha clavado en la cruz. Tal vez pensaste que era tu salvación. Mas sólo representaba creencia de que el temor a Dios era real. ¿Y qué es esto sino el infierno? ¿Quién que en su corazón no tuviese miedo del infierno podría creer que su Padre es su enemigo mortal, que se encuentra separado de él y a la espera de destruir su vida y obliterarlo del universo?
6. Tal es la forma de locura en la crees, si aceptas el temible pensamiento de que puedes atacar a otro y quedar tú libre. Hasta que esta forma de locura no cambie, no habrá esperanzas. Hasta que no te des cuenta de que, al menos esto, tiene que ser completamente imposible, ¿cómo podría haber escapatoria? El temor a Dios es real para todo aquel que piensa que ese pensamiento es verdad. Y no percibirá su insensatez, y ni siquiera se dará cuenta de que lo que abriga, lo cual le permitirá cuestionarlo.
7. Pero incluso para cuestionarlo, su forma tiene primero que cambiar lo suficiente como para que el miedo a las represarías disminuya y la responsabilidad vuelva en cierta medida a recaer sobre ti. Desde ahí podrás cuando menos considerar si quieres o no seguir adelante por ese doloroso sendero. Mientras este cambio no tenga lugar, no podrás percibir que son únicamente tus pensamientos los que te hacen caer presa del miedo y que tu liberación depende de ti.
8. Si das este paso hoy, los que siguen te resultarán más fáciles. A partir de aquí avanzaremos rápidamente, pues una vez que entiendas que nada, salvo tus propios pensamientos, te pueden hacer daño, el temor a Dios no podrá sino desaparecer. No podrás seguir creyendo que la casa del miedo se encuentra fuera de ti. Y a Dios, a Quien habías pensado desterrar se le podrá acoger de nuevo en la santa mente que Él nunca abandonó.
9. El himno de la salvación puede ciertamente oírse en la idea que hoy practicamos. Si es únicamente a ti mismo a quién crucificas, no le has hecho nada al mundo y no tienes que temer su venganza ni su persecución. Tampoco es necesario que te escondas lleno de terror del miedo mortal a Dios que la proyección oculta tras de sí. Lo que más pavor te da es la salvación. Eres fuerte y es fortaleza lo que deseas. Eres libre y te regocijas de ello. Has procurado ser débil y estar cautivo y de tu libertad. Sin embargo, tu salvación radica en ellas.
10. Hay un instante en el que el terror parece apoderarse de tu mente de tal manera que no parece haber la más mínima esperanza de escape. Cuando te das cuenta, de una vez por todas, de que es a ti mismo a quien temes, la mente se percibe a sí misma dividida. Esto se ha mantenido oculto mientras creías que el ataque podía lanzarse fuera de ti y que este podría devolvérsete desde afuera. Parecía ser un enemigo externo al que tenías que temer. Y de esta manera, un dios externo a ti se convirtió en tu enemigo mortal y en la fuente del miedo.
11. Y ahora, por un instante, percibe dentro de ti a un asesino que ansía tu muerte y que está comprometido a maquinar castigos contra ti hasta el momento en que por fin pueda acabar contigo. No obstante, en ese mismo instante es el momento en que llega la salvación. Pues el temor a Dios ha desaparecido. Y puedes apelar a Él para que te salve de las ilusiones por medio de Su Amor, llamándolo Padre y, a ti mismo, Su Hijo. Reza para que este instante llegue pronto, hoy mismo. Aléjate del miedo y dirígete al amor.
12. No hay un solo pensamiento de Dios que no vaya contigo para ayudarte a alcanzar ese instante e ir más allá de él prontamente, con certeza y para siempre. Cuando el temor a Dios desaparece, no queda obstáculo alguno entre la santa paz de Dios y tú. ¡Cuán benévola y misericordiosa es la idea que hoy practicamos! Acógela gustosamente, como debieras, pues es tu liberación. Es a ti a quien tu mente trata de crucificar. Mas tu redención también procederá de ti.

El Fragmento extraído del libro, UN CURSO DE MILAGROS

PRIMERA PARTE
Lección 196

UN CURSO DE MILAGROS, PRIMERA PARTE……Lección 195

EL AMOR ES EL CAMINO QUE RECORRO CON GRATITUD.

1. Para aquellos que contemplan el mundo desde una perspectiva errónea, la gratitud es una lección muy difícil de aprender. Lo más que pueden hacer es considerar que su situación es mejor que la de los demás. Y tratan de conectarse porque hay otros que aparentemente sufren más que ellos. ¡Cuán tristes y lamentables son semejantes pensamientos! Pues, ¿quién puede tener motivos para sentirse agradecido si otros no los tienen? ¿Y quién iba a sufrir menos porque ve otro sufre más? Debes estarle agradecido únicamente a Aquel que hizo desaparecer todo motivo de sufrimiento del mundo.
2. Es absurdo dar gracias por el sufrimiento. Mas es igualmente absurdo no estarle agradecido a Uno que te ofrece los medios por los cuales todo el dolor se cura y todo sufrimiento queda reemplazado por la risa y la felicidad. Ni siquiera los que están parcialmente cuerdos podrían negarse a dar los pasos que Él indica, ni dejar de seguir el camino que Él les señala a fin de escapar de una prisión que creían que no había salida a la libertad que ahora perciben.
3. Tu hermano es tu “enemigo” porque lo ves como el rival de tu paz: el saqueador que te roba la dicha y no te deja nada salvo una negra desesperación, tan amarga e implacable que acaba con toda esperanza. Lo único que puedes desear ahora es la venganza. Lo único que puedes hacer ahora es arrastrarlo a la muerte junto contigo, para que sea tan impotente como tú, y para que en sus ambiciosas manos quede tan poco como en las tuyas.
4. No le das gracias a Dios porque tu hermano esté más esclavizado que tú, ni tampoco podrías, en tu sano juicio, enfadarte si él parece más libre. El amor no hace comparaciones. Y la gratitud sólo puede ser sincera si va acompañada de amor. Le damos gracias a Dios nuestro Padre porque todas las cosas encontrarán su libertad en nosotros. Es imposible que algunas puedan liberarse mientras otras permanecen cautivas. Pues, ¿quién puede regatear en nombre del amor?
5. Da gracias, por lo tanto, pero con sinceridad. Y deja que en tu gratitud haya cabida para todos los que se han de escapar contigo: los enfermos, los débiles, los necesitados y los temerosos, así como los que lamentan lo que parece ser una pérdida, los que sienten un aparente dolor y los que pasan frio o hambre y caminan por el camino el odio y la senda de la muerte. Todos ellos te acompañan. No nos comparemos con ellos, pues al hacer eso los separamos de nuestra conciencia de la unidad que compartimos con ellos y que ellos no pueden sino compartir con nosotros también.
6. Le damos las gracias a nuestro Padre por sólo una cosa: que no estamos separados de ninguna otra cosa viviente, y, por lo tanto, somos uno con Él. Y nos regocijamos de que jamás puedan hacerse excepciones que menos caben nuestra plenitud o inhiban o alteren en modo alguno nuestra función de completar a Aquel que es en Sí Mismo la compleción. Damos gracias a toda cosa viviente, pues, de otra manera, no estaríamos dando gracias por nada, y estaríamos dejando de reconocer los dones que dios nos ha dado.
7. Permitamos, entonces, que nuestros hermanos reclinen su fatigada cabeza sobre nuestros hombros y que descansen por un rato. Damos gracias por ellos. Pues si podemos dirigirlos a la paz que nosotros mismos queremos encontrar, el camino quedará por fin libre y franco para nosotros. Una puerta ancestral vuelve a girar libremente; una Palabra—hace tiempo olvidada—resuena de nuevo en nuestra memoria y cobra mayor claridad al estar nosotros dispuestos a escuchar una vez más.
8. Recorre, pues con gratitud el camino del amor. Pues olvidamos el odio cuando dejamos a un lado las comparaciones. ¿Qué podría ser entonces un obstáculo para la paz? El temor a Dios por fin es obliterado, y perdonamos si hacer comparaciones. Y así, no podemos elegir pasar por alto sólo ciertas cosas, mientras retenemos bajo llave otras que consideramos “pecados”. Cuando tu perdón sea total tu gratitud lo será también, pues te darás cuenta de que todas las cosas son acreedoras al derecho a ser amadas por ser amorosas, incluyendo tu propio ser.
9. Hoy aprendemos a pensar en la gratitud en vez de en la ira, la malicia y la venganza. Se nos ha dado todo. Si nos negamos a reconocer esto, ello no nos da derecho a sentirnos amargados o a percibirnos como que estamos en un lugar donde se nos persigue despiadadamente y se nos obliga sin cesar, o donde se nos atropella sin la menor consideración por nosotros o por nuestro futuro. La gratitud se convierte en el único pensamiento con el que substituimos estas percepciones descabelladas. Dios ha cuidado de nosotros y nos llama Su Hijo. ¿Puede haber algo más grande que eso?
10. Nuestra gratitud allanará el camino que nos conduce a Él y acortará la duración de nuestro aprendizaje mucho más de lo que jamás podrías haber soñado. La gratitud y el amor van de la mano, y allí donde uno de ellos se encuentra, el otro no puede sino estar. Pues la gratitud no es sino un aspecto del Amor, que es la Fuente de toda la creación. Dios te da las gracias a ti, Su Hijo, por ser lo que eres: Su propia compleción y la Fuente del amor junto con Él. Tu gratitud hacia Él es la misma que la Suya hacia ti. Pues el amor no puede recorre ningún camino que no sea el de la gratitud, y ese es el camino que recorreremos los que nos encaminamos hacia Dios.

El Fragmento extraído del libro, UN CURSO DE MILAGROS

PRIMERA PARTE
Lección 195

UN CURSO DE MILAGROS, PRIMERA PARTE Lección 194

PONGO EL FUTURO EN MANOS DE DIOS.

1. La idea de hoy es un paso más en el proceso de alcanzar cuanto antes la salvación, y ciertamente es un paso gigantesco. Es tan grande la distancia que abarca que te lleva justo antes del Cielo, con el objetivo a la vista y los obstáculos ya superados. Tus pies ya se han posado sobre las praderas que te dan la bienvenida a las puertas del Cielo: el tranquilo lugar de la paz en el que aguardas con certeza el paso final de Dios. ¡Qué lejos nos encontramos ahora de la tierra! ¡Y cuán cerca de nuestra meta! ¡Cuán corto es el trecho que aún nos queda por recorrer!
2. Acepta la idea de hoy, y habrás dejado atrás toda ansiedad, los abismos del infierno, la negrura de la depresión, los pensamientos de pecado y toda la devastación que la culpabilidad acarrea. Acepta la idea de hoy, y habrás liberado al mundo de todo aprisionamiento al romper las pesadas cadenas que mantenían cerrada la puerta a la libertad. Te has salvado, y tu salvación se vuelve el regalo que le haces al mundo porque tú lo has recibido.
3. No hay un solo instante en que se pueda sentir depresión, experimentar dolor o percibir pérdida alguna. No hay un solo instante en que se pueda instaurar el pesar en un trono y adorársele. No hay un solo instante en que uno pueda ni siquiera morir. Y así, cada instante que se le entrega a Dios, con el siguiente ya entregado a Él de antemano, es un tiempo en que te liberas de la tristeza, del dolor y hasta de la misma muerte.
4. Tu futuro está en Manos de Dios, así como tu pasado y tu presente. Para Él son lo mismo, y, por lo tanto, deberían ser lo mismo para ti también. Sin embargo, en este mundo la progresión temporal todavía parece ser algo real. No se te pide, por lo tanto, que entiendas que el tiempo no tiene realmente secuencia lineal. Sólo se te pide que te desentiendas del futuro y lo pongas en Manos de Dios. Y mediante tu experiencia comprobarás que también has puesto en Sus Manos el pasado y el presente, porque el pasado ya no te castigará más y ya no tendrá sentido tener miedo del futuro.
5. Libera el futuro. Pues el pasado ya pasó, y el presente, libre de su legado de aflicción y sufrimiento, de dolor y de pérdida, se convierte en el instante en que el tiempo se escapa del cautiverio de las ilusiones, por las que ha venido recorriendo su despiadado e inevitable curso. Cada instante que antes era un esclavo del tiempo se transforma ahora en un instante santo, cuando la luz que se mantenía oculta en el Hijo de Dios se libera para bendecir al mundo. Ahora el Hijo de Dios es libre, y toda la gloria resplandece sobre un mundo que se ha liberado junto con él para compartir su santidad.
6. Si pudieses ver la lección de hoy como la liberación que realmente representa, no vacilarías en dedicarle el máximo esfuerzo de que fueses capaz, para que pasase a formar parte de ti. Conforme se vaya convirtiendo en un pensamiento que rige tu mente, en un hábito de tu repertorio para solventar problemas, en una manera de reaccionar de inmediato ante toda tentación, le transmitirás al mundo lo que has aprendido. Y en la medida en que aprendas a ver la salvación en todas las cosas, en esa misma medida el mundo percibirá que te has salvado.
7. ¿Qué preocupación puede asolar al que pone su futuro en las amorosas Manos de Dios? ¿Qué podría hacerle sufrir? ¿Qué podría causarle dolor o la sensación de haber perdido algo? ¿Qué podría temer? ¿Y de qué otra manera podría contemplar todo sino con amor? Pues el que ha escapado de todo temor de futuros sufrimientos ha encontrado el camino de la paz en el presente y la certeza de un cuidado que el mundo jamás podría amenazar. Está seguro de que aunque su percepción puede ser errónea, jamás ha de faltar corrección. Es libre de volver a elegir cuando se ha dejado engañar; de cambiar de parecer cuando se ha equivocado.
8. Pon, por lo tanto, tu futuro en Manos de Dios. Pues de esta manera invocas Su recuerdo para que regrese y reemplace todos tus pensamientos de maldad y pecado por la verdad del amor. ¿Crees acaso que el mundo no se beneficiaría con ello y que cada criatura viviente no respondería con una percepción corregida? El que se encomienda ha puesto también al mundo en las mismas Manos a las que él ha recurrido en busca de consuelo y seguridad. Ha dejado a un lado las enfermizas ilusiones del mundo junto con las suyas, y de este modo le ofrece paz al mundo, así como a sí mismo.
9. Ahora sí que nos hemos salvado. Pues descansamos despreocupados en Sus Manos, seguros de que sólo cosas buenas nos pueden acontecer. Si nos olvidamos de ello, se nos recuerda dulcemente. Si aceptamos un pensamiento que denota falta de perdón, éste queda prontamente reemplazado por el reflejo del amor. Y si nos sentimos tentados de atacar, apelamos a Aquel que vela nuestro descanso para que tome por nosotros la decisión que nos aleja de la tentación. El mundo ha dejado de ser nuestro enemigo, pues hemos, decidido ser su Amigo.

El Fragmento extraído del libro, UN CURSO DE MILAGROS

PRIMERA PARTE
Lección 194

UN CURSO DE MILAGROS, PRIMERA PARTE Lección 193

TODAS LAS COSAS SON LECCIONES QUE DIOS QUIERE QUE YO APRENDA.

1. El aprendizaje es algo que le es ajeno a Dios. Su Voluntad, no obstante, se extiende hasta lo que Él no entiende, en el sentido de que Él dispone que la felicidad que Su Hijo heredó de Él permanezca incólume, sea perpetua y por siempre en aumento, que se expanda eternamente en la dicha de la creación plena, que sea enteramente receptiva y absolutamente ilimitada en Él. Ésa es Su Voluntad. Por lo tanto, Su Voluntad provee los medios para garantizar que se cumpla.
2. Dios no ve contradicciones. Sin embargo, Su Hijo cree verlas. Por eso tiene necesidad de Alguien que pueda corregir sus defectuosa manera de ver y ofrecerle una visión que lo conduzca de nuevo al lugar donde la percepción cesa. Dios no percibe en absoluto. Él es, no obstante, Quien provee los medios para que la percepción se vuelva lo suficientemente hermosa y verdadera como para que la luz del Cielo pueda resplandecer sobre ella. Él es Quien responde a las contradicciones de Su Hijo y Quien mantiene su inocencia a salvo para siempre.
3. Éstas son las lecciones que Dios quiere que aprendas. Su Voluntad se refleja en cada una de ellas, y ellas reflejan Su amorosa bondad para con el Hijo que Él ama. Cada lección encierra un pensamiento central, que se repite en todas ellas. Su forma es lo único que varía, según las circunstancias, los acontecimientos, los personajes o los temas, los cuales parecen ser reales, pero no lo son. Su contenido fundamental es el mismo y es éste: “Perdona, y verás esto de otra forma”.
4. Es cierto que no parece que todo pesar no sea más que una falta de perdón. No obstante, eso es en lo que cada caso se encuentra tras la forma. Esta uniformidad es lo que hace que el aprendizaje sea algo seguro, ya que la lección es tan simple que al final no se puede rechazar. Nadie se puede ocultar para siempre de una verdad tan obvia, que aunque se presenta en innumerables formas, se puede reconocer con la misma facilidad en todas ellas, sólo con desear ver la simple lección que allí se encierra.
5. “Perdona, y verás esto de otra forma.” Estas son las palabras que el Espíritu Santo te dice en medio de todas las tribulaciones, todo dolor y todo sufrimiento, sea cual sea la forma en que se manifiesten. Éstas son las palabras con las que a la tentación le llega su fin, y la culpabilidad, abandonada ahora, deja de ser objeto de reverencia. Éstas son las palabras que poseen fin al sueño de pecado y eliminan todo miedo de la mente. Éstas son las palabras mediante las cuales al mundo entero le llega la salvación.
6. ¿No deberíamos acaso aprender a decir estas palabras cada vez que nos sintamos tentados de creer que el dolor es real y la muerte se vuelva nuestra elección en lugar de la vida? ¿No deberíamos acaso aprender a decirlas una vez que hayamos comprendido el poder que tienen para liberar a todas las mentes de la esclavitud? Éstas son palabras que te dan poder sobre todos los acontecimientos que parecen tener control sobre ti. Ves esos acontecimientos correctamente cuando mantienes estas palabras en tu conciencia, sin olvidarte de que son aplicables a todo lo que ves o a todo lo que cualquier hermano contemple erróneamente.
7. ¿Cómo puedes saber cuándo estás viendo equivocadamente o cuándo no está alguien permitiendo la lección que debería aprender? ¿Parece ser real el dolor en dicha percepción? Si lo parece, ten por seguro que no se ha aprendido la lección, y que en la mente que ve el dolor a través de los ojos que ella misma dirige permanece oculta una falta de perdón.
8. Dios no quiere que sigas sufriendo de esta manera. Él quiere ayudarte a que te perdones a ti mismo. Su Hijo no recuerda quién es, y Dios no quiere que se olvide de Su Amor ni de todos los dones que Su Amor trae consigo. ¿Renunciarías ahora a tu propia salvación? ¿Dejarías acaso de aprender las sencillas lecciones que el Maestro celestial pone ante ti para que todo dolor desaparezca y el Hijo pueda recordar a su Padre?
9. Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que aprendas. Él no deja ningún pensamiento rencoroso sin corregir, ni que ninguna espina o clavo lastime en modo alguno a Su santo Hijo. Él quiere asegurarse de que su santo descanso permanezca sereno e imperturbable, sin preocupaciones, en un hogar eterno que cuida de él. Él quiere que todas las lágrimas sean enjugadas y que no quede ni una más por derramar, ni ninguna que sólo esté esperando el momento señalado para brotar. Pues Dios ha dispuesto que la risa reemplace a cada una de ellas y que Su Hijo sea libre otra vez.
10. Hoy trataremos de superar en un solo día miles de aparentes obstáculos a la paz. Deja que la misericordia llegue a ti cuanto antes. No trates de posponer su llegada ni un solo día, minuto o instante más. Para eso se hizo el tiempo. Úsalo hoy para lo que es. Dedica, mañana y noche, el tiempo que puedas a lo que éste tiene como propósito, y no permitas que el tiempo que dediques sea menos que el que sea necesario para satisfacer la más imperiosa necesidad.
11. Da todo lo que puedas, y luego da un poco más. Pues ahora nos levantaremos apresuradamente e iremos a la casa de nuestro Padre. Hemos estado ausentes demasiado tiempo y ya no queremos seguir demorándonos más aquí. Según practicamos, pensemos que todas las cosas con las que nos hemos quedado para resolverlas por nuestra cuenta y que hemos mantenido fuera del alcance de la curación. Entreguémoslas a aquel que sabe cómo contemplarlas de manera que desaparezcan. La verdad es Su menaje; la Verdad es Su enseñanza. Suyas son las lecciones que Dios quiere que aprendamos.
12. Hoy, y en los días venideros, dedica un poco de tiempo cada hora a practicar la lección del perdón tal como se indique. Trata d aplicar a lo acontecido en esa hora, de manera que la próxima esté libre de todo ello. De esta manera, las cadenas del tiempo se desatarán fácilmente. No dejes que ninguna hora arroje su sombra sobre la siguiente, y cuando haya transcurrido, deja que todo lo acontecido se vaya con ella. De este modo, permanecerás libre y en paz en el mundo del tiempo.
13. Ésta es la lección que Dios quiere que aprendas: Hay una manera de contemplarlo todo que te acerca más a Él y a la salvación del mundo. A todo lo que habla de terror, responde de esta manera: “Perdonaré y esto desaparecerá”.
Repite estas mismas palabras ante todo aprensión, preocupación o sufrimiento. Y entonces estarás en posesión de la llave que abre las puertas del Cielo y que hace que el Amor de Dios el Padre llegue por fin hasta la tierra para elevarla hasta el Cielo. Dios Mismo dará ese paso final. No te niegues a dar los pequeños pasos que te pide para que puedas llegar hasta Él.

El Fragmento extraído del libro, UN CURSO DE MILAGROS

PRIMERA PARTE
Lección 193

UN CURSO DE MILAGROS, PRIMERA PARTE Lección 192

TENGO UNA FUNCIÓN QUE DIOS QUIERE QUE DESEMPEÑE.

1. La santa Voluntad de tu Padre es que tú lo completes, y que tu Ser sea Su Hijo sagrado, por siempre puro como Él, creado del Amor y en él preservado, extendiendo amor y creando en su Nombre, por siempre uno con Dios y con tu Ser. Mas ¿Qué sentido puede tener tal función en un mundo de envidia, odio y ataque?
2. Tienes, por lo tanto, una función en el mundo de acuerdo a sus propias normas. Pues, ¿quién podría entender un lenguaje que está mucho más allá de lo que buenamente puede entender? El perdón es tu función aquí. No hay algo que Dios haya creado, ya que es el medio por el que se puede erradicar lo que no es verdad. Pues, qué necesidad tiene el Cielo de perdón? En la tierra, no obstante, tienes necesidad de los medio que te ayudan a abandonar las ilusiones. La creación aguarda tu regreso simplemente para ser reconocida, no para ser íntegra.
3. Lo que la creación es no puede ni siquiera concebirse en el mundo. No tiene sentido aquí. El perdón es lo que más se le asemeja aquí en la tierra. Pues al haber nacido en el Cielo, carece de forma. Dios, sin embargo, creo Uno con el poder de traducir a formas lo que no tiene formas en absoluto. Lo que Él hace es forjar sueños, pero de una clase tan similar al acto de despertar que la luz del día ya refulge en ellos, y los ojos que ya empiezan a abrirse contemplan los felices panoramas que esos sueños les ofrecen.
4. El perdón contempla dulcemente todas las cosas que no son desconocidas en el Cielo, las ve desaparecer, y deja al mundo como una pizarra limpia y sin marcas en la que la palabra de Dios puede ahora reemplazar a los absurdos símbolos que antes estaban escritos allí. El perdón es el medio por el que se supera el miedo a la muerte, pues ésta deja de ejercer su poderosa atracción y la culpabilidad desaparece. El perdón permite que el cuerpo sea percibido como lo que es: un simple recurso de esperanza del que se prescinde cuando el aprendizaje haya terminado, pero que es incapaz de efectuar cambio alguno en el que aprende.
5. La mente no puede cometer errores sin un cuerpo. No puede pensar que va a morir o ser víctima de ataques despiadados. La ira se ha vuelto imposible. ¿Dónde está el terror ahora? ¿Qué temores podrían aún acosar a los que han perdido la fuente de todo ataque, el núcleo de la angustia y la sede del temor? Sólo el perdón puede liberar a la mente de la idea de que el cuerpo es su hogar. Sólo el perdón puede restituir la paz que Dios dispuso para Su santo Hijo. Sólo el perdón puede persuadir al Hijo a que contemple de nuevo su santidad.
6. Una vez que la ira haya desaparecido, podrás percibir que a cambio de la visión de Cristo y del don a la vista no se te pidió sacrificio alguno, y que lo único que ocurrió fue que una mente enferma y atormentada se liberó de su dolor. ¿Es esto indeseable? ¿Es algo de lo que hay que tener miedo? ¿O bien es algo que se debe anhelar, recibir con gratitud y aceptar jubilosamente? Somos uno, por lo tanto, no renunciamos a nada. Y Dios ciertamente nos ha dado todo.
7. No obstante, necesitamos el perdón para percibir que esto es así. Sin su benévola luz, andamos a tientas en la obscuridad usando la razón únicamente para justificar nuestra furia y nuestros ataques. Nuestro entendimiento es tan limitado que aquello que creemos comprender no es más que confusión nacida del error. Nos encontramos perdidos en las brumas de sueños cambiantes y pensamientos temibles, con ojos herméticamente cerrados para no ver la luz, y las mentes en rendir culto a lo que no está ahí.
8. ¿Quién puede nacer de nuevo en Cristo sino aquel que ha perdonado a todos los que ve, o en los que piensa o se imagina? ¿Quién que mantenga a otro prisionero puede ser liberado? Un carcelero no puede ser libre, pues se encuentra atado al que tiene preso. Tiene que asegurarse de que no escape, y así, pasa su tiempo vigilándolo. Y los barrotes que mantienen cautivo al preso se convierten en el mundo en el que su carcelero vive allí con él. Sin embargo, se la liberación del pero depende que el camino de la libertad quede despejado para los dos.
9. Por lo tanto, no mantengas a nadie prisionero. Libera en vez de aprisionar, pues de esa manera tú quedas libre. Los pasos a seguir son muy sencillos. Cada vez que sientas una punzada de cólera, reconoce que sostienes una espada sobre tu cabeza. Y ésta atravesará o no, dependiendo de si eliges estar condenado o ser libre. Así pues, todo aquel que te tienta a sentir ira representa tu salvador de la prisión de la muerte. Por lo tanto, debes estarle agradecido en lugar de querer infligirle dolor.
10. Sé misericordioso hoy. El Hijo de Dios es digno de tu misericordia. Él es quien te pide que aceptes el camino de la libertad ahora. No te niegues a ello. El Amor que su Padre le profesa te lo profesa a ti también. Tu única función aquí en la tierra es perdonarlo, para que puedas volver a aceptarlo como tu Identidad. Él es tal como Dios lo creó. Y tú eres lo que él es. Perdónale ahora sus pecados y verás que eres uno con él.

El Fragmento extraído del libro, UN CURSO DE MILAGROS

PRIMERA PARTE
Lección 192

UN CURSO DE MILAGROS, PRIMERA PARTE Lección 191

SOY EL SANTO HIJO DE DIOS MISMO.

1. He aquí la declaración de tu liberación de las cadenas del mundo. Y he aquí asimismo la liberación del mundo entero. No te das cuenta de lo que has hecho al asignarle al mundo el papel de carcelero del Hijo de Dios. ¿Qué podría ser entonces sino un mundo depravado y temeroso, amedrentado por las sombras, vengativo y salvaje, desprovisto de razón, ciego y enajenado por el odio?
2. ¿Qué has hecho para que éste sea tu mundo? ¿Qué has hecho para que sea eso lo que ves? Niega tu Identidad, y ése es el resultado. Contemplas el caos y proclamas que eso es lo que tú eres. No ves nada que no dé testimonio de ello. No hay sonido que no te hable de la flaqueza que hay dentro y fuera de ti; ni aliento que respires que no parezca acercarte más y más a la muerte; ni esperanza que no haya de acabar en llanto.
3. Niega tu verdadera Identidad y no podrás escaparte de la locura que dio lugar a este extraño, antinatural y fantasmal pensamiento que se burla de la creación y se ríe de Dios. Niega tu verdadera Identidad, y te enfrentas al universo solo, sin un amigo: una diminuta mota de polvo contra legiones de enemigos. Niega tu verdadera Identidad y contemplarás la maldad, el pecado y la muerte, y verás la desesperanza arrebatarte de las manos todo vestigio de esperanza, dejándote solamente con ansias de morir.
4. Sin embargo, ¿qué podría ser esto sino un juego en el que puedes negar tu Identidad? Eres tal como Dios te creó. Creer cualquier otra cosa es absurdo. Con este solo pensamiento el mundo se libera. Con esta sola verdad desaparecen todas las ilusiones. Con este solo hecho se proclama que la impecabilidad es eternamente parte integral de todo, el núcleo central de su existencia y la garantía de su inmortalidad.
5. Deja que la idea de hoy encuentre un lugar entre tus pensamientos, y te habrás elevado muy por encima del mundo, así como por encima de todos los pensamientos mundanos que lo mantienen prisionero. Y desde este lugar de seguridad y escape retornarás a él y lo liberarás. Pues aquel que puede aceptar su verdadera Identidad realmente se salva. Y su salvación es el regalo que les hace a todos, como muestra de gratitud hacia Aquel que le mostró el camino a la felicidad que cambió su perspectiva acerca del mundo.
6. Basta con un solo pensamiento santo como éste para liberarte: tú eres el santo Hijo de Dios Mismo. Y con este pensamiento santo comprendes asimismo que has liberado al mundo. No tienes necesidad de usarlo cruelmente, y luego percibir esa misma necesidad en él. Lo liberas de tu aprisionamiento. No verás una imagen devastadora de ti mismo vagando por el mundo llena de terror, mientras que éste se retuerce en agonía porque tus miedos han dejado impreso en su corazón el sello de la muerte.
7. Alégrate hoy de cuán fácilmente desaparece el infierno. No necesitas más que decirte a ti mismo: “Soy el santo Hijo de Dios Mismo. No puedo sufrir ni sentir dolor; no pedo sufrir pérdidas ni dejar de hacer todo lo que la salvación me pida.” Y con ese pensamiento todo lo que contemples cambiará por completo.
8. Un milagro ha iluminado todas las lúgubres y viejas cavernas en las que los ritos de la muerte reverberaban desde los orígenes del tiempo. Pues ya no tiene dominio ya no tiene sobre el mundo. El Hijo de Dios ha venido radiante de gloria a redimir a los que estaban perdidos, a salvar a los desvalidos y a darle al mundo el regalo de su perdón. ¿Quién podría ver el mundo como un lugar siniestro y pecaminoso cuando el Hijo de Dios ha venido por fin a liberarlo nuevamente?
9. Tú que te percibes a ti mismo como débil y frágil, lleno de vanas esperanzas y de anhelos frustrados; nacido sólo para morir, llorar y padecer, escucha este: se te ha dado todo el poder en la tierra y en el Cielo. No hay nada que puedas hacer. Juegas el juego de la muerte, el de ser impotente, el de estar lamentablemente encadenado a la disolución en un mundo que no tiene misericordia contigo. No obstante, cuando tengas misericordia con él, su misericordia resplandecerá sobre ti.
10. Deja entonces que el Hijo de Dios despierte de su sueño, y que al abrir sus ojos santos, regrese para bendecir el mundo que él fabricó. Éste nació de un error, pero acabará en el reflejo de la santidad del hijo de dios. Y éste dejará de dormir y de soñar con la muerte. Únete a mi hoy. Tu gloria es la luz que salva al mundo. No sigas negándote a conceder la salvación. Contempla el mundo que te rodea, y observa el sufrimiento que se abate sobre él. ¿No está acaso dispuesto tu corazón a llevarles descanso a tus fatigados hermanos?
11. Ellos tienen que esperar hasta que tú te liberes. Permanecen encadenados hasta que tú seas libre. No pueden ver la misericordia del mundo hasta que tú te encuentres en ti mismo. Sufren hasta que tú niegues que el dolor te atenaza. Mueren hasta que tú aceptes tu propia vida eterna. Eres el santo Hijo de Dios Mismo. Recuerda esto, y el mundo se libera. Recuerda esto, y la tierra y el Cielo son uno.

El Fragmento extraído del libro, UN CURSO DE MILAGROS

PRIMERA PARTE
Lección 191

UN CURSO DE MILAGROS, PRIMERA PARTE Lección 190

ELIJO EL JÚBILO DE DIOS EN LUGAR DEL DOLOR.

1. El dolor es una perspectiva errónea. Cuando se experimenta en cualquier forma que sea, es señal de que nos hemos engañado a nosotros mismos. El dolor no es un hecho en absoluto. Sea cual sea la forma que adopte, desaparece una vez que se percibe correctamente. Pues el dolor proclama que Dios es cruel. ¿Cómo podría entonces ser real en cualquiera de las formas que adopta? El dolor da testimonio del odio que Dios el Padre le tiene a Su Hijo, de la pecaminosidad que ve en él y de Su demente deseo de venganza y de muerte.
2. ¿Es posible acaso dar fe de semejantes proyecciones? ¿Qué podrían ser sino falsedades? El dolor no es sino un testigo de los errores del Hijo con respecto a lo que él quiere ser. Es el sueño de una encarnizada represalia por un crimen que no pudo haberse cometido; por un ataque que es completamente inexpugnable. Es una pesadilla en la que hemos sido abandonados por el Amor Eterno, el cual jamás habría podido abandonar al Hijo que creó como fruto de Su Amor.
3. El dolor es señal de que las ilusiones reinan en lugar de la verdad. Demuestra que Dios ha sido negado, confundido con el miedo, percibido como demente y considerado como un traidor a Sí Mismo. Si Dios es real, el dolor no existe. Mas si el dolor es real es Dios Quien no existe. Pues la venganza no forma parte del amor. Y el miedo, negando al amor y valiéndose del dolor para probar que Dios está muerto, ha demostrado que la muerte ha triunfado sobre la vida. El cuerpo es el Hijo de Dios, corruptible en la muerte y tan mortal como el Padre al que ha asesinado.
4. ¡Que la paz ponga fin a semejantes necedades! Ha llegado el momento de reírse de ideas tan absurdas. No es necesario pensar en ellas como si fuesen crímenes atroces o pecados secretos de graves consecuencias. ¿Quién si no un loco podría pensar que son la causa de algo? Su testigo, el dolor, es tan demente como ellas, y no debe tener más miedo de él que de las dementes ilusiones que ampara, y que trata de demostrar que no pueden sino seguir siendo verdad.
5. Son únicamente tus pensamientos los que te causan dolor. Nada externo a tu mente puede herirte o causarte daño en modo alguno. No hay causa más allá de ti mismo que pueda abatirse sobre ti y oprimirte. Nadie, excepto tú mismo, puede afectarte. No hay nada en el mundo capaz de hacerte enfermar, de entristecerte o debilitarte. Eres tú el que tiene el poder de dominar todas las cosas que ves reconociendo simplemente lo que eres. Conforme percibas su inocuidad, ellas aceptarán como suya tu santa voluntad. Y lo que antes inspiraba miedo se convierte ahora en una fuente de inocencia y santidad.
6. Santo hermano mío, piensa en esto por un momento: el mundo que ves no es nada. No tiene efectos. No es otra cosa que la representación de tus pensamientos. Y será completamente distinto cuando elijas cambiar de parecer y decidas que lo que realmente deseas es el Júbilo de Dios. Tu Ser se alza radiante en este santo júbilo, inalterado e inalterable por siempre jamás. ¿Le negarías a un pequeño rincón de tu mente su propia herencia y lo conservarías como hospital para el dolor, como un lugar enfermizo a donde toda cosa viviente tiene que venir finalmente a morir?
7. Tal vez parezca que el mundo te causa dolor. Sin embargo, al no tener causa, no tiene el poder de ser la causa de nada. Al ser una ilusión, es lo que tú deseas que sea. Tus vanos deseos constituyen sus pesares. Tus extraños anhelos dan lugar a sus senos de maldad. Tus pensamientos de muerte lo envuelven con miedo, mientras que en tu benévolo perdón halla vida.
8. El dolor es la forma en que se manifiesta el pensamiento del mal, causando estragos en tu mente santa. El dolor es el rescate que gustosamente has pagado para no ser libre. En el dolor se le niega a Dios el Hijo que Él ama. En el dolor el miedo parece triunfar sobre el amor, y el tiempo reemplazar a la eternidad y al Cielo. Y el mundo se convierte en un lugar amargo y cruel, donde reina el pesar y donde los pequeños gozos sucumben ante la embestida del dolor salvaje que aguarda para trocar toda la alegría en sufrimiento.
9. Rinde tus armas, y ven sin defensas al sereno lugar donde por fin la paz del Cielo envuelve todas las cosas en la quietud. Abandona todo pensamiento de miedo y de peligro. No permitas que el ataque entre contigo. Depón la cruel espada del juicio que apuntas contra tu propio cuello, y deja a un lado las devastadoras acometidas con las que procuras ocultar tu santidad.
10. Así entenderás que el dolor no existe. As el júbilo de Dios se vuelve tuyo. Éste es el da en que te es dado comprender plenamente la lección que encierra dentro de sí todo el poder de la salvación: el dolor es una ilusión, el júbilo es real. El dolor es dormir; el júbilo, despertar. El dolor es un engaño, y sólo el júbilo es verdad.
11. Por lo tanto, volveremos nuevamente a optar por la única alternativa que jamás se puede elegir, ya que sólo elegimos entre las ilusiones y la verdad, entre el dolor y el júbilo, entre el Cielo y el infierno. Que la gratitud hacia nuestro Maestro invada numerosos corazones, pues somos libres de elegir nuestro júbilo en vez de dolor, nuestra santidad en vez de pecado, la paz de Dios en vez de conflicto y la luz del Cielo en lugar de las tinieblas del mundo.

El Fragmento extraído del libro, UN CURSO DE MILAGROS

PRIMERA PARTE
Lección 190