UN CURSO DE MILAGROS, Lección 70

Fragmento extraído del libro, UN CURSO DE MILAGROS

PRIMERA PARTE

Lección 70

Mi salvación procede de mí.

  1. Toda tentación es una variante de la tentación básica de no creer la idea de hoy. La salvación parece proceder de cualquier parte excepto de ti. Lo mismo se puede decir del origen de la culpabilidad. Tú no crees que la culpabilidad y la salvación estén en tu mente y solo en tu mente. Cuando te des cuenta de que la culpabilidad es solo una invención de la mente,  te darás cuenta también de que la culpabilidad y la salvación tiene que encontrarse en el mismo lugar. Al entender esto te salvas.
  2. El aparente costo de aceptar la idea de hoy es el siguiente: significa que nada externo a ti puede salvarte y nada externo a ti puede brindarte paz. Significa también que nada externo a ti te puede hacer daño, perturbar tu paz o disgustarte en modo alguno. La idea de hoy te pone a cargo del universo, donde te corresponde estar por razón de lo que eres. No es este un papel que se pueda aceptar parcialmente. Y seguramente habrás empezado a darte cuenta de que aceptarlo es la salvación.
  3. Es probable, no obstante, que aun no esté claro para ti por qué razón reconocer que la culpabilidad esta en tu propia mente conlleva asimismo darte cuenta de que la salvación esta allí también. Dios no habría puesto el remedio para la enfermedad donde no te pudiese servir de nada. Así es como funciona tu mente, pero no la Suya. Él quiere que sanes, y por eso mantiene la Fuente de la curación allí donde hay necesidad de curación.
  4.  Tú has tratado de hacer justamente lo contrario, intentando por todos los medios, no importa cuán distorsionados o extravagantes, separar la curación de la enfermedad a la que estaba destinada, conservando de este modo la enfermedad. Tu propósito ha sido asegurarte de que la curación no tuviese lugar. El propósito de Dios ha sido asegurarte de que si tuviese lugar.
  5. Nuestra práctica de hoy consiste en darnos cuenta de que la Voluntad de Dios y la nuestra coinciden completamente en esto. Dios quiere que sanemos, y nosotros no queremos realmente estar enfermos, pues eso no nos hace felices. Al aceptar la idea de hoy, por lo tanto, estamos en realidad de acuerdo con Dios. Él no quiere que estemos enfermos. Nosotros tampoco. Él quiere que nos curemos. Nosotros también.
  6. Hoy estamos listos para dos sesiones de práctica más largas, cada una de las cuales debe tener una duración de diez o quince minutos. Dejaremos, no obstante, que seas tú quien decida cuando llevarlas a cabo. Seguiremos esta norma en varias de las lecciones sucesivas, por lo tanto una vez más sería mejor que decidieses de antemano la mejor hora para llevar a cabo cada una de las sesiones de práctica y que luego te adhirieses lo más fielmente al horario establecido.
  7.  Empieza estas sesiones de práctica repitiendo la idea de hoy, añadiendo una afirmación en donde se vea reflejado tu reconocimiento de que la salvación no procede de nada externo a ti. Podrías, por ejemplo, decir lo siguiente:

Mi salvación procede de mí.

No puede proceder de ninguna otra parte.

Dedica después varios minutos, con los ojos cerrados, a revisar algunas de las fuentes externas en las que en el pasado buscaste la salvación: en otra gente, en las posesiones, en diversas situaciones y acontecimientos, y en conceptos de ti mismo que intentaste convertir en realidad. Reconoce que la salvación no se encuentra en nada de eso, y dite a ti mismo:

Mi salvación no puede proceder de ninguna de esas cosas.

Mi salvación procede de mí, y solo de mí.

  • Trataremos ahora nuevamente de llegar a la luz en ti, que es donde realmente se encuentra tu salvación. No puedes encontrarla en las nubes que rodean la luz, y es ahí donde la has estado buscando. No está ahí. Esta mas allá de las nubes, en la luz que s encuentra tras ellas. Recuerda que tienes que atravesar las nubes antes de poder llegar a la luz. Pero recuerda también que jamás encontraste nada que fuese duradero o que realmente quisieras en los tapices de las nubes que imaginabas.
  • Puesto que todas las ilusiones de salvación te han fallado, seguramente no querrás quedarte en las nubes buscando en vano ídolos falsos, cuando te sería fácil llegar a la luz de la verdadera salvación. Trata de ir mas allá de las nubes utilizando cualquier medio que te atraiga. Si te resulta útil, piensa que te estoy llevando de la mano, y que te estoy guiando. Y te aseguro que esto no será una vana fantasía.
  • Para las sesiones de prácticas cortas y frecuentes de hoy, recuérdate a ti mismo que la salvación depende de ti y que nada, salvo tus propios pensamientos, puede impedir tu progreso. Estas libre de toda interferencia externa. Estas a cargo de tu salvación. Estas a cargo de la salvación del mundo. Di, entonces:

Mi salvación procede de mí.

No hay nada externo a mí que me pueda detener.

En mí se encuentra la salvación del mundo y la mía propia.