MIS OJOS, MI BOCA, MIS MANOS Y MIS PIES TIENEN HOY UN SÓLO PROPÓSITO: ESTAR AL SERVICIO DE CRISTO A FIN DE QUE ÉL PUEDA UTILIZARLOS PARA BENDECIR AL MUNDO CON MILAGROS.
1. Padre, hoy le entrego a Cristo todo lo que es mío para que Él lo utilice de la manera más beneficiosa para el propósito que comparto con Él. Nada es exclusivamente mío, pues Él y yo nos hemos unido en un propósito común. De este modo, el aprendizaje casi ha llegado a su señalado final. Por un tiempo colaboraré con Él en el logro de Su propósito. Luego me fundiré en mi identidad y reconoceré que Cristo no es sino mi Ser.
Fragmento extraído del libro, UN CURSO DE MILAGROS
SEGUNDA PARTE
Lección 353